Una amiga me preguntaba si yo había conocido el amor...
Cuando lo conocí lo que más me impactó fué su mirada, esos ojos negros tan profundos de mirada tan dulce y tan limpia a la vez, me devastaron esos ojos... creo que nunca volveré a ver una mirada así.
Tenía el cabello negro, un poco largo y desordenado, la piel morena como de canela dorada y la figura afilada, agil y liviana... era todo juventud.
Se reia con un desparpajo que me causaba curiosidad.
En ese entonces no pense que algún día sería tan mío y menos aún cuanto me dolería perderlo.
Me costo mucho tiempo conseguir que se fijará en mí ese artista de espiritu libre.
Me costo lagrimas, tuve que verlo en brazos de otra y quedarme callada, y esperar y esperar.
Sus besos fueron los besos más dulces que he probado en mi vida... respirar su piel era como respirar los bosques en la mañana, me bebia su amor como quien bebe agua en el desierto y así me llenaba de su olor, de su tacto de su sabor... pero no sabía que esa misma pasión sería mi ruina.
Se fué un día asfixiado por mi amor,... casi sin hacer ruido y cuando me volvi a mirarlo no estaba allí, me dijo que yo para el era una jaula, una prisión, que no sabía que sentía por mí, me dijo tantas cosas que yo nunca imaginé.
Y ahora que ha pasado una decada lo recuerdo, recuerdo su voz, su risa, sus dibujos y sus cartas de amor y de ese amor mismo me lleno, de ese amor inmortal que aún vive en mí y que nunca más podra volver a ser realidad.
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